El peronismo fue un polvorín durante el cierre de listas. La campaña estará condicionada por los daños que generó la negociación final

El peronismo está roto. Fraccionado, enemistado, encapsulado en una discusión que seguirá vigente en el tiempo. Está roto aunque esté contenido en una misma alianza. Está roto porque los diferentes sectores que lo integran no se creen entre ellos mismos. No tienen un proyecto político común. Y, lo que es peor para el peronismo, no tienen un proyecto de poder que los una.

El peronismo esta roto aunque hayan simulado la unidad durante las últimas dos semanas. Detrás de las tensiones lógicas del cierre de listas hay una disputa sobre el control de la lapicera, la forma de definir listas y el armado electoral, que hasta aquí siempre había sido hegemonizado por la familia Kirchner. Especialmente por Máximo, el encargado de puntear nombres y lugares sin tener que dar demasiadas explicaciones.

El peronismo está todo y lo saben todos. Incluso, lo asumen. Pero la necesidad de dar una pelea electoral digna ante Javier Milei, los empujó a buscar acuerdo sin sustento. La relación política y personal de Axel Kicillof y Máximo Kirchner es mala. Y seguirá siendo mala después de hoy. Es difícil generar consensos con niveles de desconfianza tan altos y sin una indentidad concreta que los mixture.

Pero, aún así, sumergido en una negociación frenética, voraz y enquistada en el corazón de la gobernación bonaerense, el peronismo, ya sin aire para sobrevivir al cierre de listas, hizo prevalecer el pragmatismo que siempre lo caracteriza y logró la unidad entrada la madrugada.

“Entre las 19 y las 22 estaba todo roto”, aseguró un dirigente que estuvo inmiscuido en la caótica negociación que se dio en la gobernación. En medio de un enfrentamiento feroz, Sergio Massa se colocó en el rol de equilibrista y trató de que evitar que todo vuelve por los aires. Era el único que no estaba inmerso una relación política que parece no tener vuelta atrás.

El clima no fue el mejor. El camporismo acusó a Kicillof de romper el peronismo el día que decidió desdoblar. El kicillofismo acusó a Máximo Kirchner de bicicletear el acuerdo para responsabilizar al Gobernador de una eventual ruptura. Durante un año y medio se cruzaron y se acusaron sobre distintos temas. En cinco días intentaron cerrar las listas de 135 municipios y las ocho seccionales. En las últimas 15 horas trataron de que la unidad no explote en mil pedazos.

Axel Kicillof estuvo al frente de las negociaciones durante una gran parte de la jornada del sábado

Cuando el reloj marcó las 19, Carlos Bianco envió un mensaje a los intendentes pidiéndoles que se alisten para la guerra. Todos a armar listas nuevas en sus municipios y a trabajar sobre el armado de las listas seccionales.

“Mandamos armar en todos lados, si no aceptan las condiciones plasmadas en el acuerdo, rompemos”, le aseguró un intendente del conurbano a Infobae, unos minutos después de las 21. Luego llegó un mensaje de resistencia contra lo que describía como un avanzanda cristinista: “Pretenden definir todo. Axel se plantó”.

Cerca de las 22, desde el cristismo dejaron trascender que el problema real tenía que ver con las candidaturas testimoniales del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). “Hay un acuerdo. Las cabezas de la Primera y la Tercera son de Axel. Pero ellos no definen a quién poner. Si a Katopodis o Achával, si a Magario o Cascallares”, indicó un importante dirigente camporista.

Casi sobre la medianoche, un intendente del interior blanqueó su preocupación. “A esta hora, no hay acuerdo”, se sinceró. La cronología del desacuerdo desnudó la debilidad de la tregua peronista. Nunca existió unas vocación de unidad legitima y entonces los cristinistas y los kicillofistas aceleraron a fondo. Esperaron hasta el final que el otro doble para no chocar de frente.

En La Plata se quejaron del cristinismo.

Nada parece más absurdo para el peronismo que las listas se terminen de cerrar el Día del Amigo. En el medio de amenazas de fractura, acusaciones cruzadas sobre la responsabilidad de cerrar y múltiples enojos por un acuerdo forzoso que elevó las temperatura de una lista larga de dirigentes que deambularon por los pasillos de la gobernación durante todo el sábado y las primeras horas del domingo.

En el transcurso de la semana las conversaciones que se dieron en la mesa de negociación fueron fructíferas. Cargadas de tensiones y resquemores, pero se iba a avanzando hacia el día clave con la voluntad de cerrar un acuerdo integral. Pero el sábado, a mitad de la tarde, esa aparente estabilidad, se rompió. Y la incertidumbre se desparramó, a toda velocidad, por las distintas arterias del peronismo bonaerense.

“¿Se rompe? ¿Hay que armar?“. La pregunta giró por muchos whatsapp peronistas en la noche del sábado. Después empezaron a acumularse nombres propios en hipótesis subterráneas. Federico Achával, Verónica Magario, Gabriel Katopodis y Mariano Cascallares. Según pudo reconstruir Infobae, el Gobernador se inclinaba por su ministro y su compañera de fórmula. Pero no logró el consenso necesario para posicionarlos.

“Están ventando nombres”, sentenciaron en la Gobernación respecto al accionar del camporismo, que tuvo a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, como principal interlocutora en la negociación de ayer. “Se va a cerrar”, relativizaron en el cristinismo cada vez que presión subía en La Plata.

Sergio Massa intentó conciliar posturas en medio de una guerra interna y dañina para el peronismo bonaerense (RS Fotos)

El peronismo bonaerense atraviesa una etapa de crisis que supera el cierre de listas. No hay conducción política. Hay sectores asociados o enemistados que conviven bajo el mismo techo pero que tienen ganas de separarse. Como no se animan a hacerlo, intentan imponerse condiciones y que gane el más fuerte. Cada uno, claro está, tiene sus argumentos para creer considerar que tiene la razón.

Con el correr de las horas la dirigencia peronista se dividió en dos. De un lado, los que consideraban que, pese a todo, la unidad iba a llegar igual. Y del otro, los que creyeron que, cuando ya no sirva ni siquiera la prórroga, el peronismo se iba a romper. Y así se generó un clima espeso, donde nadie se animaba a confirmar ni la unidad ni la ruptura.

Cinco minutos antes de las 3 de la mañana, voces importantes en la negociación le confirmaron a Infobae que se había cerrado una lista unificada con Gabriel Katopodis al frente de la primera sección electoral y Verónica Magario como cabeza de la tercera. Dos nombres que había impulsado el Gobernador y que no habían tenido consenso durante la tarde.

Ambos dirigentes son parte del MDF. En principio, parece ser una batalla política ganada por Kicillof. Al menos, respecto a las figuras que estarán en la cabeza de las dos secciones más importantes. Con el correr de las horas se concerá que cantidad de legisladores “entrables” tendrá cada uno. Y ahí la cuenta será más clara.